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8.22.2008

Santa María de Buenos Aires (1)

A pique sobre las barrancas del Río de la Plata y en torno de una fortaleza de barro, se agrupó el primer núcleo de población que constituiría el origen de la Villa de la Santísima Trinidad. Puerto de Santa María de Buenos Aires.

Según el historiador Pérez Revello, hay dos fuentes sobre el origen del nombre de la fundación; una legendaria: se apoya en una virgen de origen italiano, Nuestra Señora de Bonaria (Nuestra Señora del Buen Aire), entronizada en un convento mercedario de Cagliari (Cerdeña) que los marineros veneraban por sus milagros en el mar. La segunda, apoyada en datos históricos, se relaciona con el arribo del fundador Pedro de Mendoza, en cuya expedición figuran dos religiosos mercedarios, que obviamente, conocían los milagros de esta virgen, pues era muy popular en toda la marinería. Como Pedro de Mendoza estaba muy enfermo cuando arribó a nuestras tierras, estos monjes lo convencieron para que le pusiera a la fundación el nombre de la virgen, y que con sus milagros lo ayudara a concretar la empresa con éxito.

Años más tarde, sin que la primera fundación prosperara, Juan de Garay insistió en repoblar el mismo suelo. Así fue como erigió el Acta de la Segunda Fundación de Buenos Aires.

El fundador eligió para esto, el sector de la meseta que hoy se extiende desde Parque Lezama y Plaza San Martín, pasando hacia San Telmo por el Alto de San Pedro. Este lugar estaba surcado por zanjones y arroyos muy pequeños llamados tercetos.

Los tercetos hacían un largo recorrido antes de desembocar en el Río de la Plata: el Terceto del Sud iba desde lo que hoy es Plaza Constitución, y tomaba por el Zanjón de los Granados a la altura de la calles Chile, Independencia y México. El Terceto del Medio, llamado también Terceto del Norte, torcía desde Plaza Congreso hacia Viamonte y Córdoba, y desembocaba por el Zanjón Matorras a la altura de las calle Tres Sargentos. También corría por la zona el Arroyo Manso, este nacía de lagunas y de bañados a la altura de Venezuela, Córdoba, Pasteur, Corrientes y Paso, enfilaba por la calle Austria, después de pasar por la Recoleta y de cruzar la avenida Alvear.

Juan de Garay al repartir las tierras dio a la planificación inicial la característica simétrica que conserva la ciudad, que al desarrollarse con lentitud durante los primeros siglos fue adicionando cuadrículas a los lotes y cuartos de manzanas.

La más antigua relación que existe de la aldea de Garay es la de Enrique Otsen, que llegó al Río de la Plata en 1599. La describe como un llano abierto, pobre, sin árboles y con algunas casas dispersas.

También se posee la visión del cartógrafo holandés Juan Vingboons, después de que la aldea cumpliera su primer medio siglo. Este indica que solo se veía una franja del río surcada por una goleta y algunos barquitos, y en las barracas, la silueta del Fuerte, la torre de una Iglesia y unas pocas casitas.

Según un plano de 1708, los edificios con que contaba la ciudad eran: el Fuerte San Juan Baltasar de Austria, de puente levadizo, la pequeña Iglesia Matriz, el Cabildo, que era una modesta casita y el Colegio de la Compañía de Jesús. Todo esto estaba emplazado entorno de la Plaza Mayor, y no lejos de este sitio, se ubicaban los conventos de la Merced, Santo Domingo y San Francisco. La Iglesia Mayor, en esa época —según un informe del religioso Manuel Herre—, era el único edificio de de cal y ladrillos.

A través de la cronología planimétrica de los planos más antiguos de Buenos Aires de A. Taullard, que arrancan desde el de la fundación, se puede seguir paso a paso el lentísimo desarrollo de la ciudad hasta el último tercio del siglo VIII, cuando comienza a dejar de ser modesta, para convertirse en una de las ciudades más bellas e importantes del mundo.

1 comentario:

Jorge Bertran dijo...

clio no te equivocas en nada , com viejo caminador , de ciudades , buenos aires , es una de las mas bellas del mundo , un abrazo .
jorge hugo bertran vall (bertranvall)