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10.29.2008

Calles y la Vieja Recova



A dos siglos de la fundación de la ciudad todavía se ignoraba el pavimento. Solo había calzadas de tierra con pronunciados desniveles donde se atascaban las carretas. Las calles en verano eran polvorientas y en invierno se formaban inmensos fangales.

Escribió Juan María Gutiérrez en 1860: “Los que viven en Buenos Aires y transitan por sus cómodas aceras no se imaginan cómo eran esas calles del siglo XVIII. A mediados de este, en 1757, y como consecuencia de una lluvia continuada de 35 días, quedó el vecindario confinado en sus casas, alimentándose de viandas secas como en una plaza sitiada. Formáronse pantanos y tan profundas hondonadas, que se necesitó poner centinelas en una de las cuadras de la calle y torres en las cercanías de la Plaza Principal, para evitar que se hundieran y ahogaran los transeúntes, principalmente los de a pie”.

A todo esto deberíamos agregar que las intensas precipitaciones destruían terraplenes y carcomían las bases de los edificios, las aguas servidas recorrían las calles y los cerdos andaban sueltos

El virrey Juan José de Vértiz y Salcedo, que asumió el poder en 1778, encaró por primera vez el adelanto edilicio de la ciudad, encomendando al ingeniero Joaquín Antonio Mosquera un estudio de nivelación y empedrado. A pesar de la iniciativa, comenzar el proyecto no fue fácil, dado que los vecinos temían que el paso de las carretas por el empedrado conmoviera los cimientos de las casas. Finalmente, los primeros que gozaron de este beneficio fueron los vecinos de Plaza Mayor a San Ignacio (hoy calle Bolívar).

La Vieja Recova

En 1776 —fines del gobierno de Ceballos y principios del de Bucarrelli—, comienza a girar la idea de construir en la Plaza una Recova. El proceso fue lento, la ejecución recién fue autorizada en 1802 por el virrey del Pino y le adjudicó el trabajo al Maestro Mayor de Obras de la Colonia, don Juan Bautista Conde. Consistía en un edificio de dos plantas, de estilo morisco, con cuartos dobles interiores e independientes, los del piso bajo estaban destinados al comercio y los de alto para alojamiento.

Así se concretó la idea de que la ciudad tuviera un mercado de abasto.

La Recova, entonces, dividió la Plaza Mayor en dos partes: La Plazoleta del Fuerte que servía a la fortaleza, y la Plaza Victoria (nombre dado en conmemoración de la Reconquista) frente al Cabildo y la Catedral. Ambas se comunicaban por la arcada central de la Recova.

Cuando pasaron los años y el edificio comenzó a deteriorarse, Rosas, en 1835, la puso en venta privada sin éxito. Medio siglo después, siendo intendente Torcuato de Alvear, se autorizó definitivamente su expropiación para mejorar esa parte de la ciudad. En pocos días se borró la arquería de la Recova Vieja, uniendo de nuevo las plazas de la Victoria y la del Fuerte que, desde el 25 de Mayo de 1811, se llamaba Plaza 25 de Mayo.

La historia de la Recova se puede resumir así: 26 años duró su gestión, fue construida en 9 meses y duró 83 años. Finalmente, fue demolida en 5 días.

2 comentarios:

S. C. P. dijo...

Carajos, Clio, ¿dónde estás? El blog se muere de frío...
Te abrazo

La Ferro

Jorge Bertran dijo...

CLIO ,SI SEGUIA LLOVIENDO , UN PAR DE DIAS MAS , TENDRIAMOS EN PLAZA DE MAYO UNA VENECIA EN BUENOS AIRES, UN ABRAZO .
LIC. JORGE HUGO BERTRAN VALL