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4.16.2009

Don Pedro de Mendoza. Fundador de la Ciudad del Espíritu Santo



Monumento a don Pedro de Mendoza

La primera Buenos Aires renació en la segunda, la fundada el 11 de junio de 1580, con el mismo nombre para el puerto y la misma invocación empleada por don Pedro de Mendoza.

Por Enrique Gandía, para La Nación, Buenos Aires de 1982.

La historia argentina ha necesitado 400 años para saber que Buenos Aires fue una ciudad fundada el 3 de febrero de 1536. Tenemos la obligación de probar que la primera Buenos Aires de don Pedro de Mendoza, fue una “ciudad”, no solamente un puerto, que hubo un puerto y una ciudad que ambos fueron fundados, que existió un Cabildo, que los regidores se hallaron en Bs. As. Y que la fundación se realizó el 3 de febrero de 1536 y no el día anterior.

En otras palabras: la primera Buenos Aires renació en la segunda con el mismo nombre para el puerto y la invocación con que se hizo la fundación. Esta afirmación debemos exhibirla en primer término para partir de hechos seguros. Es Juan de Garay quien lo dice en el acta del 11 de junio de 1580. Estaba “en este puerto de Santa María de Buenos Aires, que es en las provincias del Río de la Plata, intitulada nuevamente la Nueva Vizcaya”. Juan de Garay, vizcaíno, de Orduña se hallaba con su gente, “en este puerto de Santa María de Buenos Aires”. No dice que haya fundado un puerto ni que le haya dado nombre.

El puerto se llamaba así desde los tiempos de Pedro de Mendoza. Luego hizo la fundación “En el nombre de la Santísima Trinidad, Padre e Hijo y Espíritu Santo, tres personas y un solo Dios verdadero”. Y la ciudad “mando que se que se intitule la ciudad de la Trinidad”. Nótese bien que no la llamó Buenos Aires. La llamó Trinidad: nada más. El puerto, repetimos, desde antiguo se llamaba Buenos Aires. Dos cosas: el puerto y la ciudad: el puerto de Buenos Aires y la ciudad de la Trinidad: nada más.

Insistimos en que, como dice Garay, estaban en el puerto, no en la ciudad. Y desde el puerto, terminadas las ceremonias, se trasladaron todos a la plaza pública de la ciudad. Pues bien: este puerto de Buenos Aires y esta ciudad de la Trinidad, que Garay volvió a dar vida, eran los que existían desde don Pedro de Mendoza. Nos corresponde, ahora, probar que don Pedro de Mendoza fundó una ciudad y un puerto, que el puerto se llamó Nuestra Señora del Buen Aire o de los Buenos Aires, que la ciudad tuvo el nombre de Espíritu Santo y que la fundación del puerto y la ciudad fue el 3 de febrero de 1536.

El tesorero Hernando Montalvo, al referirse a la población de San Salvador, explicó muy bien que: “donde no hay alcalde y regidores no se puede llamar pueblo”. El término ciudad no se usaba con tanta frecuencia como pueblo. En las Ordenanzas de Poblaciones, de 1523, los reyes indicaban cómo debían establecerse las nuevas ciudades, pero no empleaban el término ciudad, sino el de “pueblo” y “asiento”. Por tanto cuando algún testigo declara que estuvo en la fundación del puerto y pueblo de Buenos Aires significa que vio cómo Pedro de Mendoza realizó el acto de fundar la hoy llama ciudad.

Sabemos que la fundación existió porque lo dicen, bajo juramento, muchas personas que estuvieron en la ceremonia y vieron la fundación.

He aquí algunos testimonios: Hernán Báez, en una probanza de Alvar Núñez, declaró que “vido como el dicho don Pedro de Mendoza mandó asentar e fundar el dicho puerto e pueblo de Buenos Aires e este asiento para hacer la fundación del dicho puerto, y no se puede hallar ni se halló otro mejor asiento ni tal como la parte donde fue asentado el dicho pueblo e ansí lo mostró porque este testigo estuvo e residió siempre en el dicho puerto de Buenos Aires”. He aquí un hombre que vio asentar y fundar el puerto y el pueblo de Buenos Aires, dos lugares diferentes.

Podemos confirmar el hecho de que el puerto era una cosa y la población o el pueblo, otra. Con el testimonio de Pedro Hernández, en los “Comentarios de Alvar Núñez". Dice que Pedro Estupiñán Cabeza de Vaca, primo del adelantado, “Fue en demanda del puerto de Buenos Aires y en la entrada del puerto, junto donde estaba asentado el pueblo, halló un mástil…”. Otra vez Pedro Hernández, secretario de Alvar Núñez, cuenta que este recomendó a Felipe de Cáceres que “entrasen por el río que dicen de la Plata a visitar el pueblo que don Pedro de Mendoza allí fundó, que se llama Buenos Aires”. Conste que, según Hernández, Mendoza fundó “el pueblo que se llama Buenos Aires”. Por su parte Alvar Núñez confirma que Irala y Cabrera “habían despoblado el puerto y pueblo de Buenos Aires que estaba sentado y fundado en el río Paraná”. Otra vez la distinción entre “puerto” y “pueblo” fundado. No es este un dato aislado, Alvar Núñez en su Relación General, repite en otros lugares que encomendó a Cáceres que visitase “el pueblo que don Pedro de Mendoza allí asentó…” y que Irala y Cabrera “habían despoblado el puerto y pueblo de Buenos Aires que estaba asentado y fundado en el río Paraná”. Un testigo, Francisco Timón, recuerda que Mendoza “edificó un puerto do dicen Buenos Aires, un pueblo”. Siempre la prueba de que en nuestro río había un puerto y un pueblo –dos cosas- y que el pueblo había sido edificado o fundado. En efecto: nada menos que Juan de Salazar, fundador del fuerte de la Asunción, depone que si Alvar Núñez hubiera entrado por el Río de la Plata se habría perdido “por haber levantado el dicho pueblo que allí estaba fundado”: Francisco de Villalta, que anduvo en todos estos hechos, como los anteriores, dice que, llegado Mendoza a la isla de San Gabriel, “mandó poblar el pueblo de Buenos Aires”. Otro hombre que vivió estas andanzas, el clérigo Luis de Miranda, “vido cómo (Mendoza) asentó pueblo e puerto en el dicho río Paraná que se dijo Santa María de Buenos Aires”. Gonzalo de Mendoza refiere los trabajos que hizo en Buenos Aires, “donde primeramente (Mendoza) fundó y asentó su real pueblo. Simón Jacques también: “vido asentar pueblo e puerto”. El jesuita Antonio Rodríguez recordó que los conquistadores saltaron en tierra “para edificar una ciudad” y que dejaron en la “La ciudad sepultura de muertos…”.

No tenemos otros testimonios. En la notificación de Cabrera a los oficiales reales, el 30 de enero de 1539, consta que estuvieron “presentes en la plaza pública, junto a la Iglesia de dicho puerto…”.

El puerto y la ciudad

El puerto, nadie discute, pues consta en innumerables documentos, se llamaba Nuestra Señora de los Buenos Aires o del Buen Aire. La ciudad, dijimos, fundada por Mendoza junto al puerto tenía por nombre El Espíritu Santo. Hemos descubierto este hecho, lo exhibimos hace años y nadie lo negó. Se trata, repetimos de un descubrimiento que termina para siempre con todas las dudas y demuestra que Pedro de Mendoza fundó un puerto con el nombre de Buenos Aires y una “ciudad”, también llamada “pueblo", con el nombre de Espíritu Santo. Son los dos nombres que pasaron acta de Juan de Garay cuando fundó la segunda ciudad de Buenos Aires. He aquí el documento terminante: es el Testimonio del proceso formado por el tesorero Gareí Venegas y el contador Felipe de Cáceres ante el teniente gobernador Francisco Ruiz Galán contra el genovés León Pancaldo por haber introducido dos esclavos negros. Comenzó “en el puerto de Nuestra Señora Santa María de Buen Aire, en la Provincia del Río de la Plata, el primero día del mes de julio del nacimiento Nuestro Señor Jesucristo de mil e quinientos e treinta e ocho años” y, tras muchas actuaciones, el 8 de agosto de 1538, leemos lo siguiente “E después de lo susodicho, en el dicho puerto y Cibdad del Espíritu Santo, el señor teniente gobernado…” Hemos leído “puerto y Cibdad del Espíritu Santo. Por algo Juan de Garay encabezó el acta de fundación de la segunda Buenos Aires “en el nombre de la Santísima Trinidad, Padre e Hijo y Espriítu Santo”. El Espíritu Santo venía desde la primera fundación. Este Espíritu Santo tomó la forma de paloma en el escudo de la segunda Buenos Aires dado por el Cabildo, el 5 de noviembre de 1649.

Falta probar que en esta ciudad del Espíritu Santo había un Cabildo y vivían algunos regidores. Los reyes pensaron en los futuros vecinos de las ciudades que fundase don Pedro de Mendoza y le dijeron: “Concedemos a los dichos vecinos e pobladores que les sean dados por vos los salares en que edifiquen sus casa y tierras y caballerizas y aguas prudentes para personas”: También podía distribuir encomiendas de indios. Pues bien, Carlos V nombró los regidores que debían constituir los cabildos de las ciudades que fundase Mendoza. Lo hizo a mediados de 1536. Hemos conocido los nombramientos de 39 personas. El cronista Antonio de Herrera enumeró otros 29. unos fueron nombrados regidores en el pueblo donde residieron el gobernador y ofiales del Río de la Plata. Otros “del segundo pueblo que se poblare”. Y otros del tercer pueblo. Algunos que no pudieron embarcar, pidieron prórroga para presentase en el cabildo del pueblo donde residiese el gobernador. Otros que llegaron después del término fijado, no fueron admitidos por el Cabildo de Buenos Aires y pidieron que se les renovase el nombramiento, uno de los casos fue el de Hernán Rodríguez. Otros conquistadores que también llegaron después la fechas que se les había indicado, recibieron nuevas órdenes para que fuesen admitidos en los cabildos. Todos estos nombres son posteriores al regreso de la nave en la que murió Pedro de Mendoza. En España se sabía que en Buenos Aires había un Cabildo; de lo contrario no se habrían expedido esos nombramientos. Pero hay mucho más: la prueba de que el Cabildo no solo existió, sino que funcionó y que el alcalde de primer voto –el primer alcalde de Buenos Aires- fue Juan Pabón de Badajoz. El escribano del Cabildo de Buenos Aires, de 1594, encontró estos nombramientos y, sin duda, muchos otros documentos, y el 11 de de agosto de ese año publicó la lista de los señores alcaldes y regidores del Cabildo:

Los primeros alcaldes:

Juan Pabón, Tomás de Castro

Los primeros regidores:

Francisco López Rincón, Antonio Ayala, Fernando de Molina, Juan de orue, Gaspar de Quevedo, Luis de Hoces, Antonio de Monte Herrera, Tomás de Armentariz, Juan de Santa Cruz (alguacil mayor); Rodrigo de Villalobos (procurador).

Ana Cristina Misenta

2 comentarios:

Jorge Bertran dijo...

esta historia apasionante , es el paso inicial de nuestra historia, tendria que ser obligatora , en los programas escolares , para darnos cuenta , la rica hitoria que poseemos.////
bertranvall (jorge hugo bertran vall)

Mariana Mareco dijo...

Wow, es increible, estoy de acuerdo con Jorge Beltran de que esta historia es apasionante y qe deberían enseñar obligatoriamente en las escuelas. Que interesnate saber que el primer nombre fué Ciudad Del Espíritu Santo :)