Para La Prensa, 26/10/1952
Aquel que pone para toda cosa
panoramas de vida en armonía,
creó para tus pies el mediodía,
para tu alma el rumbo de la rosa.
Trigales cantan en tu espera ansiosa,
espinas sangran en tu noches frías...
pero aquél de la gran sabiduría
te hizo fuerte, sensible, numerosa:
porque para que vengan de tus manos
los caminos de todas las virtudes
y los signos de todos los consuelos,
fue necesario que los meridianos,
fue necesario que las latitudes
te crearan del alma de los suelos.
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