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7.12.2008

Calles con nombres de mujeres



Durante años, muchos años, tuve a cargo grupos de alumnos en escuelas, a quienes les daba clases de Lengua y de Ciencias Sociales. Esta última área, en muchos casos, puede resultar tediosa para niños que tienen entre 12 ó 13 años. Recordar acontecimientos, fechas y nombres de nuestra historia sin una real motivación, la mayoría de las veces resulta un trabajo casi nulo. Después de haber probado con varios métodos, para que no solo a los niños les quedara fijado el contenido sino también gustasen de conocer más, cada vez que hablábamos de algún personaje o acontecimiento histórico, en seguida lo referenciaba con la calle de la Ciudad de Buenos Aires que llevaba su nombre. Era muy común en ese instante que los niños asociaran el lugar, ya que seguramente, si tal vez no conocían propiamente la calle, sí los barrios donde estas estaban y que ellos en algún momento habían transitado. De esta forma, al asociar un lugar familiar con Historia, el camino se allanaba de manera sorprendente.


De hecho, el nombre de las calles de las ciudades no han sido puestos sin alguna razón, la gran mayoría de estos corresponde al de algún personaje famoso, algún acontecimiento histórico o recuerdan lugares geográficos de importancia para nuestra comunidad. Pero… este artículo sobre las calles que llevan nombre de mujeres me sorprendió.


Creo que puede dejarnos pensando.


Las mujeres de las calles

Solo 30 de las 2200 arterias porteñas llevan nombre de mujer. Las más difíciles.


“El porteño no es caminador y no le interesa nuestra ciudad, tampoco se entera del significado del nombre de la calle en que vive y no le importa que la cambien o no”. Así reflexionaba el doctor Florencio Escardó en su libro Geografía de Buenos Aires, en 1964. ¿Sería realmente así, por entonces? Y, en tal caso, ¿seguirá siendo así? Cualquiera sea la respuesta, lo cierto es que los nombres de los espacios públicos son parte del acervo cultural y del lenguaje de una ciudad.


Las calles con nombres de mujeres son una treintena entre dos millares. Aquí mencionaremos veinte de ellas, cuyos nombres tal vez intriguen a residentes y vistantes de nuestra Capital Federal.


Butteler. Es una callecita en forma de X que recuerda a una mujer. Se trata de Azucena Butteler, que en 1919 hizo edificar, en un terreno de su propiedad, un conjunto de viviendas populares (Avenida La Plata y Cobo).


Concepción Arenal. Socióloga y ensayista gallega (1820 – 1893). Visitadora general de prisiones de mujeres, su obra tiene como fundamento la reforma social.

Juana Azurduy. Heroína boliviana (1718 – 1862). Esposa de Manuel Asencio Padilla, a quien acompañó en la lucha por la independencia del Alto Perú. A la muerte de aquel, y siendo madre de varios niños, continuó la lucha sola y fue nombrada teniente coronel por su valentía. Manuel Belgrano le legó su sable.

María Cabrera. Mujer de la alta sociedad porteña que integró, con Mercedes de La Sala y Riglos y Mariquita Sánchez de Thompson, la Sociedad de Beneficencia fundada por Rivadavia en 1823.

Rosalía de Castro. Poeta y escritora gallega (1837 – 1885). En su obra se entrecruzan el romanticismo, la denuncia social y la nostalgia por su tierra natal.

Infanta Isabel de Borbón. Representante de España en las celebraciones del Centenario de la Revolución de Mayo, en 1910.

Elena Larroque de Roffo. Benefactora, colaboradora y esposa del médico Ángel Roffo (1883 – 1924). Creó la Escuela de nurses, primera del mundo en oncología; fundó la Liga Argentina de la Lucha contra el Cáncer (LALCEC).

Gregoria Matorras. Madre del general José de San Martín.

Patricias Argentinas. Por las mujeres que en marzo de 1612 donaron al ejército patriota los fusiles comprados en Norteamérica por Martín Thompson. Proclamaron: “Se dirá un día que yo armé el brazo de este valiente que aseguró su patria y nuestra libertad”. Sus nombres: Tomasa de Quintana, Remedios de Escalada, Carmen Quintanilla, Mariquita Sánchez, Isabel de Agüero, Patricia Cárdenas, Rufina de Horma, María de Andonaegui, Ramona Esquidel, Ángela Castelli y Magadalena de Castro.

Manuela Pedraza (La Tucumana). Esposa de un cabo que durante las invasiones inglesas abatió a un soldado enemigo. Liniers la nombró alférez.

Pola (Policarpo Salvatierra). Heroína colombiana nacida en 1792 y fusilada en 1817 por no delatar a los patriotas; su novio era oficial del ejército independetista.

María Remedios del Valle. Mulata que actuó en el Alto Perú junto con su esposo y sus dos hijos, que murieron en la lucha. Herida en seis ocasiones, obtuvo el grado de sargento mayor.

Juana María Gorriti. Maestra y escritora salteña (1819 – 1892). Formó parte de una familia comprometida en la batalla por la Independencia y, luego, en las guerras civiles; reivindicó los derechos de la mujer.

Rosario Vera Peñaloza. Educadora y escritora (1873 – 1950). Realizó una valiosa labor de difusión del magisterio y en la formación de docentes.

Alicia Moreau de Justo. Médica y política, dirigente del Partido Socialista (1885 – 1985). Esposa de Juan B. Justo, fundador del PS y primer traductor de El Capital al castellano. Impulsora de la democracia y de los derechos políticos y sociales de la mujer.

Azucena Villaflor. Fundadora y primera presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo en la demanda por la aparición con vida de su hijo y demás víctimas del terrorismo de Estado; desaparecido desde 1977.

Regina Paccini de Alvear. Cantante lírica italiana, esposa del presidente Marcelo T. de Alvear. Promotora del teatro y el arte lírico. Fundó la Casa del Teatro.

Macacha Güemes. Hermana del general Martín de Güemes (1767 – 1866). Puso su habilidad política al servicio de la lucha de aquel en los momentos más difíciles. Luego de la muerte de su hermano, en 1821, siguió participando en los sucesos de las provincias.

Juana Manso. Maestra, pedagoga y escritora argentina (1819 – 1875). Al regresar del exilio, en 1853, y a instancias de Sarmiento, fue delegada directora de la primera escuela mixta del país. Allí experimentó nuevos métodos educacionales e incorporó el aprendizaje de idiomas extranjeros, lo que levantó gran resistencia y produjo su renuncia en 1865.

Por Humberto J. Gallo.

2 comentarios:

S. C. P. dijo...

¿Y, estimada correctora? ¿No piensa seguir dedicándole tiempo a su blog? No haga eso. Mire que está bueno...

saludos

silvia

Ana Cristina dijo...

Hola, Silvia, ¡qué alegría leerte! Mirá, lo estoy haciendo justo hoy, tenés razón, no pude dedicarme en estos dias, pero te prometo que esta semana sigo con todo.

Ahorita voy a ver cómo enlazo tu blog al mío que es el que me falta aún... (no digas nada, pero estas cosas ya programadas me dan muuucho trabajo).

Gracias por estar aquí.

Un beso enorme